La montaña es la piedra angular de su vida. Ahí fue donde se rompió la espalda a los 13 años, pero ahí también fue donde encontró el deporte de sus amores años después. Arly Velásquez es un atleta paralímpico.
El no tener movimiento en las piernas no lo ha detenido para practicar el esquí. Tampoco el que en México no haya pistas para este deporte invernal. Arly ha llegado hasta los Juegos Paralímpicos de Invierno Sochi 2014 y hoy desfilará como el único representante de México.
«Estoy contento y listo. Existe un trabajo de varios años, desde Vancouver 2010, que me lo propuse como reto personal. Esto es como el siguiente paso en mi carrera. Tengo muy buenos resultados en estas dos últimas temporadas, un podio en el Continental, un segundo lugar en una carrera muy apretada en Nueva Zelanda. Además de un top 10 en la Copa Mundial ya con los que van a estar en los Paralímpicos», comparte Arly Velásquez.
Arly tiene 25 años. El deporte en el que competirá en sus segundos Juegos Paralímpicos invernales es el monoesquí alpino. Un deporte adaptado en donde van sentados en una especie de silla montada sobre un esquí. Con un bastón en cada mano, van guardando el equilibrio mientras realizan un descenso en zig-zag a altas velocidades y sin ningún tipo de ayuda extra.
«Definitivamente es mi deporte favorito. Mi sueño y lo que veo que puedo ser capaz es el llevar este deporte un escalón más arriba. Me gustaría evolucionarlo, creo que estoy en el momento indicado, he conocido a la gente indicada y me creo totalmente capaz en habilidades físicas para darle un empujón a este deporte en nuestro país y llevarlo más allá», apunta.
Fatídico momento a los 13 años. Arly disfrutaba de la bicicleta de montaña pero, en un descenso, cayó mal y se rompió la espalda. Ahí comenzaron tres años de duras rehabilitaciones para superar una lesión que lo retiró de aquel deporte que disfrutaba desde que tenía 11.
«Fue una etapa muy difícil porque, a los 13 años, siendo un niño hiperactivo, un niño habilidoso físicamente, de repente, pum, te ves en una silla de ruedas. Fue cambiarle la perspectiva a este niño, pero fue de mucho aprendizaje también, de mucho crecimiento. El quitarme muchas vendas e ideas que, cuando eres chico, te creas en la cabeza. También fue madurar rápido y conocer la depresión intensa», reconoce.
Pero la montaña le exigió su retorno. En unas vacaciones en Canadá probó el descenso en monoesquí. Volvió a sentir la sensación de descenso y velocidad. Una experiencia lo llevó a la otra y de una competencia siguió a otra más. Ahora vive la mitad del año en Utah, Estados Unidos, para practicar en la nieve y la otra mitad
en México.
«Me considero muy afortunado, porque en todo este viaje conocí a muchas personas que estaban en un momento que querían enseñar y yo estaba en un momento en el que quería aprender. Así también tuve que aprender a manejar herramientas para modificar mi propio equipo. Fueron muchos factores que llegaron uno a uno», dice.
Hoy está en la antesala de sus segundos Juegos Paralímpicos. Competirá en tres pruebas (descenso, slalom súper gigante y gigante). Un regreso a la montaña, en donde vaticina, permanecerá por mucho tiempo.
[Central Deportiva]