Anualmente 20 mil mexicanos buscan «curarse lo gay»

La organización «Corazón en Movimiento», que lucha para que los jóvenes no adopten etiquetas sexuales por «moda», afirma que en México hay al menos 20 mil personas tratando de «elegir no ser homosexuales».

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México.- Oscar, de 18 años de edad, es hijo de un exitoso comerciante. Justo cuando empezaba a aceptar su homosexualidad, su padre le advirtió que «andara con cuidado con sus amiguitos» o de lo contrario, perdería sus privilegios como el hijo mayor y único varón de la familia.

El joven soñaba con estudiar arquitectura y pasar un verano en Barcelona. Por miedo a perder estas oportunidades y hasta quedarse en la calle, decidió asistir a terapia especializada en «aliviar» la atracción hacia personas del mismo sexo.

Aunque no existen datos sobre el número de personas que acudan a terapias para «curar» la homosexualidad en México, la organización «Corazón en Movimiento», que lucha para que los jóvenes no adopten etiquetas sexuales por moda o presión social, afirma que en México hay al menos 20 mil personas tratando de «elegir no ser homosexuales», auxiliadas por organizaciones religiosas o civiles «a favor de la familia».

Por un lado está la Iglesia Católica. El Episcopado Mexicano, informa de la «atención gratuita» a cargo de sacerdotes que brindan platicas sobre como encontrar un «nuevo sentido a la sexualidad».

Luego tenemos a las organizaciones civiles, como el «Centro de Estudios para la Familia», con sede en la delegación Miguel Hidalgo del D.F.. Ellos ofrecen una terapia para «encontrar la verdadera identidad» de los homosexuales, quienes la habrían escondido o reprimido por algún factor que los hiciera desarrollar atracción hacia personas del mismo sexo.

Destaca que las terapias no tienen un costo fijo, depende un estudio socioeconómico del «paciente», así como las expresiones y conductas «a corregir». Uno de los cursos que ofrece el citado centro, va dirigido a educadores y orientadores vocacionales, se llama «Reflexiones sobre la Homosexualidad», consta de 6 sesiones, de tres horas cada una, y tiene un costo de 2 mil 500 pesos.

Por su parte, Oscar acudió con un terapeuta privado que le cobró 800 pesos por cada sesión de una hora y media.

«Mi terapia consistió primero en descubrir qué me llevó a ser homosexual. Si había tenido algún trauma o un evento que me hubiera marcado, después a hablar de mis padres, sí estaba huyendo de la responsabilidad masculina con la que nací al ser el mayor de cuatro hermanos y el único hombre o si era una cuestión con mi papá, que como era un hombre que construyó un gran negocio de la nada me intimidaba y eso me llevó a tener miedo a asumir mi rol del heredero», explica Oscar cuatro años después de haber iniciado la terapia.

Trasciende que, en 1973 la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos, eliminó a la homosexualidad de su Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Luego en 1990, la Organización Mundial de la Salud (OMS), finalmente dejo de considerar a la homosexualidad un trastorno mental.

De hecho, la OMS no acepta la existencia de algún método que «cure» la homosexualidad, y en 2011 el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, adoptó una resolución en la que se incluye el respeto a los derechos humanos de las personas sin importar su identidad sexual.

La gota que derramó el vaso para Oscar, fue cuando, como parte de su terapia, le indicaron que debía ir a un table dance, para divertirse y «encontrarse a sí mismo».

«Me pareció absurdo y estúpido, pero más estúpido yo por seguir ahí, así que la dejé y por otros dos años creí que lo mejor era hacerme el curado. Cuando terminé la carrera lo hablé con mis padres, les dije que ser homosexual no se quita y que no era algo de lo que yo o ellos debieran estar avergonzados, pero no reaccionaron como yo esperaba».

Oscar, ahora de 23 años de edad, fue echado por su padre de la casa familiar, pues ni él ni sus hermanas vivirían con un «maricón».

Actualmente, Oscar trabaja en un despacho de arquitectos y asiste a uno de sus profesores para obtener un ingreso extra; planea vivir con su pareja aunque todavía no piensan en matrimonio. Afirma que nunca más volverá a ocultar su homosexualidad.

«Es una situación triste estar lejos de mi familia, que me desconozcan, pero por primera vez soy libre. Ellos o quienes se digan mis amigos deben entender que elegir a tu pareja no es un derecho o un privilegio de heterosexuales, esas terapias son para mí un insulto a quien soy, pero existen y ahí están».

[SDP Noticias]