La banda alemana reunió a más de 20 mil fans en su gira de despedida
Se trataba, tal vez, de la última ocasión que los mexicanos veían a Scorpions en vivo y apelaron a su paciencia para hacerlo. Dos horas después de la cita que marcaba su boleto la recompensa llegó para los más de 20 mil asistentes al concierto de la gira Final Sting Tour, en la capital.
Sin embargo, la historia en La Arena Ciudad de México empezó minutos antes para el ejército de seguidores de la banda alemana, que cumplió con el rito de comprar souvenirs (en la calle porque dentro del recinto iban de los 400 a los 900 pesos), un par de cervezas y escuchar al grupo telonero: Avalanche.
Los cinco silbidos recordando a la madre llenaron el recinto una y otra vez, mientras el grupo ibérico probaba sus instrumentos alrededor de las 22:00 horas. La rechifla aumentó de intensidd y el sexteto decidió empezar a tocar su repertorio, entre ellas su éxito ”Alas de cristal”, sin poder conectar totalmente con el público.
La espera caí en desesperación cuando Scorpions empezó su actuación, finalizando una tanda de olas que el público protagonizó como dinámica de terapia de serenidad.
En la lateral del telón se veía al baterista James Kottak calentando con estiramentos, mientras Pawel Maciwoda y Matthias Jabs hacían repetidos movimientos de cabeza. El reloj marcó las 22:30 cuando la guitarra de Rudolf Schenker sonó y el delirio comenzó con “Sting in the tail”, temaque da nombre a su último álbum.
Klause Meine apareció con su característica boina, gafas y su singular voz para saludar en español con un sencillo “Buenas noches, México”, que fue recibido con gritos y aplausos de aprobación.
El escenario se encendió con pantallas en verde y rojo que dieron marco a un coro monumental en “The Zoo”. El público lanzó un par de rosas al frontman del grupo, quien en respuesta regaló varias baquetas.
“Blackout”, “Make it real”, “Rhythm of love”, “Still loving you”, “Rock you like a hurricane” y “Big city nights” fueron algunas dosis del veneno que los teutones inyectaron, una vez más, a sus fans capitalinos, entre ellos familias en las que el padre, la madre y los hijos se agitaban con los guitarrazos y golpes de Kotten a la batería.
Hace 47 años Scorpions picó al mundo del metal y el hard rock, su ponzoña amenaza con terminar su efecto, pero en las venas de sus fieles su veneno continúa circulando, con el presentimiento de que el anuncio de su retiro de los escenarios no es más que una estrategia.
[El Universal]