La actitud es un estado que se elige y es una forma de sentir. Una persona con buena actitud es optimista, quiere ayudar y dejarse ayudar; está dispuesta a abrirse a nuevos conocimientos, ve soluciones en donde otros ven problemas. Hay acciones que te abre puertas, conócelas
1. Confianza. Cuando confías en los demás crees en lo que dicen; mejoras la comunicación y el entendimiento. Sientes mayor tranquilidad y la sensación de no esta sola, afirma Trinidad Aparicio Pérez, sicóloga de la Universidad de Granada de España.
Advierte acerca de la relevancia de saber en quién confiar. Lo importante es saber poner límites y no excederte cuando decidas a quién darle toda la confianza.
2. Optimismo. Dicen que al mal tiempo, buena cara, dicho popular que confirman diversos estudios científicos al sostener que una actitud de alegría y esperanza contribuye a mejorar la salud mental, ánimo y fortaleza psíquica.
Tener una actitud optimista ayuda a fortalecer las defensas del cuerpo, mejora el sistema nervioso, aumenta la expectativa de vida y previene accidentes cerebrovasculares, explica Santiago de la Rosa, médico especializado en medicina biológico-naturista certificado por el Colegio de Médicos de Madrid, España.
Un enfoque optimista ayuda a ser más persistente en la vida, a ver los retos como algo alcanzable y motivante, así como superar las adversidades. Es una excelente medicina para la depresión, afirman investigadores de Harvard.
3. Cooperación. Tener la disposición de ayudar a los demás genera reacciones positivas en el cuerpo porque se liberan sustancias como la dopamina, oxitocina y serotonina, los cuales provocan un estado de felicidad.
Stephen Brown, profesor de medicina preventiva de la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook, Estados Unidos, dice que la solidaridad deber ser genuina, sólo así se obtiene mayor calidad de vida y longevidad.
Las personas se sienten más satisfechas y alegres cuando ayudan al prójimo; cuando las personas apartan tiempo para dedicarlo a una obra altruista mejoran su humor, se sienten más tranquilas y confiadas, observa Brown.
4. Respeto. Es uno de los valores más relevantes para la convivencia y comunicación, no sólo en la familia, sino con el entorno. Implica un trato amable y educado. Cuando se práctica el respeto, los límites son claros, justos y hay muestras de consideración hacia los demás.
5. Sinceridad. Jaime Gutiérrez, sicólogo del Colegio Oficial de Psicólogos de Castilla y León en España, explica que la sinceridad es buena cuando las consecuencias son positivas para quien la práctica y para su entorno.
Aclara que se debe buscar el equilibrio entre lo que es bueno para quien expresa algo y para quien recibe la noticia. En ocasiones puede asociarse la verdad con signos de inocencia o falta de madurez, por tanto, la mentira puede ser necesaria. Pero en general, debe enseñarse la sinceridad porque aporta cosas positivas en la vida.
[La Patilla]